La mejor manera (o, al menos, una forma gráfica) de explicar el funcionamiento de una red urbana de climatización es comparándola con un organismo vivo, en el que las tuberías son las venas y arterias que hacen que la sangre (el agua caliente o fría que transporta la energía) llegue a los órganos (los edificios conectados a la red). Es un organismo complejo regido por su cerebro (el sistema de control) y mantenido en funcionamiento gracias a sus potentes corazones (las centrales de producción) que, como todo ser vivo, también es susceptible de contraer enfermedades como el cáncer (corrosión de las tuberías) o arteriosclerosis (obstrucciones, deposiciones y pérdidas de carga imprevistas). 

Recientemente, para evitar alguna de estas enfermedades, Districlima cuenta con un "riñón", un filtro en continuo en la red de frío que toma una parte del agua que circula y la filtra. Cuando se satura, se autolimpia por contra corriente y continua filtrando.

Para Districlima la innovación y la mejora continua no son una opción sino que se trata, más bien, del propio ADN de este organismo.